Argentina venció a Uruguay por 5-0 en la tercera fecha de la Copa América. En las proyecciones de los partidos que hacemos desde La Diez en el Solar de las Artes, casi una veintena de niñas futbolistas vió por primera vez jugar a la Selección femenina. Concentración, asombro, emoción y pura alegría con la goleada, en una noche inolvidable. 

Por Ileana Manucci

El fútbol es un juego, un deporte, pero también es bastante más que eso. Si, muchas veces nos enoja lo que ese juego provoca, sobre todo en ese mundo tan lejano y extraño de los miles de millones de dólares en un mundo más terrenal cada vez más destrozado, o cuando los violentos le roban las tribunas a les hinchas, a los niños y niñas. Pero nadie puede negar lo que este juego despierta en las masas, y más si esas masas son argentinas.

Asombro, concentración, expectativa, alegría. Esas fueron algunas de las emociones que un grupo de 17 niñas futbolistas de entre 8 y 13 años vivieron este viernes 15 de julio al ver por primera vez un partido de la Selección Argentina femenina.

A las 17.30 -media hora antes del pitazo inicial en Armenia- el transporte que venía desde el barrio Las Flores, al noreste de la ciudad de Santa Fe, llegó al Solar de las Artes donde venimos haciendo las trasmisiones en pantalla gigante de los partidos de la Selección.

Junto a su profesora, y parte fundamental de este viaje futbolero, Alejandra Haas, las pequeñas ingresaron en fila al espacio y fueron tomando sus lugares, preparados especialmente en la primera fila para que no se perdieran nada.

«¿Vieron alguna vez un partido de la Selección?», les preguntamos desde La Diez. «Si», respondió la mayoría, pero cuando repreguntamos por la Selección de mujeres, hubo un «no» casi al unísono. Solo una había visto los dos partidos anteriores de la Copa y otra nos contó luego, superada la timidez incial, «yo conozco toda la historia de Vanina Correa».

En ese intercambio previo al inicio del partido, una preguntó si se podían gritar goles, casi como pidiendo permiso en ese espacio de extrañamiento que era ver un partido de mujeres fuera de casa. En la indagación sobre el conocimiento que tenían sobre las jugadoras, ninguna tenía referencias de nombres. El primer contacto con una fue cuando les entregamos los stickers con la ilustración de Banini, que inmediatamente las más grandes pegaron en sus teléfonos.

Pura emoción

Como parte de la organización de este evento tengo que reconocer que, en la previa, tenía miedo de que las niñas se aburran, no por el partido en sí sino por la natural inquietud y ganas de moverse que todes tenemos a esas edades. Pero nada más lejos.

Desde que los equipos salieron a la cancha, cuando sonaba el himno y luego con el arranque del encuentro, todo fue silencio y concentración, casi como si fueran ellas, estas pequeñas futbolistas, las que estuvieran por jugar un partido importante en un torneo internacional.

Luego hubo comentarios, cuchicheo, algunas filmando la pantalla donde se proyectaba el partido; también aparecían los «uuuuuh» cuando una pelota se iba cerca o volaban patadas de las rivales. Hasta que llegó el momento tan esperado: Delgado mete un centro, Banini la baja, gira y la manda a guardar. Gritos, aplausos, risas.

El primer partido, el primer gol gritado con todas las ganas. Para quienes de niñas jugamos a la pelota sin tener ni una referencia de otras mujeres más grandes jugando y -ni hablar- representando al país a nivel internacional, este momento es invaluable. Es, ni más ni menos, que el momento de ver ahí en la pantalla gigante a sus primeras referentas, a otras futbolistas, como ellas, que llegaron.

El tiempo después dirá si estas pibitas siguen pateando una pelota a medida que crezcan o no, pero las posibilidades de pensar en que eso es algo que pueden hacer son ahora más reales que nunca. Lo vieron ahí, esa noche de viernes en el Solar.

Y después todo fue fiesta. Entre alfajores y gaseosas, se gritaron cuatro goles más. «Vamos vamos las pibas» arrancó a corear la hinchada futbolera y feminista del fondo -firme en todos los partidos- y las pequeñas acompañaron con palmas. ¿Qué más?

«Ganamos 5 a 0» había dicho antes del arranque del partido una niña muy entusiasta. Se llevó todos los aplusos y victoreos al final de partido que, efectivamente, terminó en esa goleada albiceleste.

Mientras esperaban el transporte que las llevara de vuelta al barrio, todas dijeron que querían mirar más partidos de la Selección y se llevaron otro nombre apuntado para seguir de cerca: Yamila Rodríguez. Y si, la jugadora de Boca metió tres y la está rompiendo en esta Copa América.

Nos despedimos con la promesa de ir a verlas jugar, de ver si, como las propias compañeras dijeron, la arquera ataja como Correa y la 10 es muy buena, «aunque también medio morfona» acotó una entre risas. De chicanas también está hecho este juego que amamos, y ellas ya lo saben.

«Todo es alegría, amor y agradecimiento. Gracias por esta noche de goleada compartida», decía un mensaje horas después. Una sensación recíproca entre este equipo de La Diez, el de la escuelita de fútbol del Club Las Flores y nuestra Selección Argentina.

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Ministerio de Igualdad, Género y Diversidad de la provincia de Santa Fe
Secretaría de Deportes de la provincia de Santa Fe
Concejala Laura Mondino (Frente Progresista)
Diputada Gisel Mahmud (Frente Progresista)
Presidente del Concejo Municipal de Santa Fe, Leandro González (Encuentro)

Concejala Adriana Molina (Juntos por el Cambio)
Concejal Guillermo Jerez (Barrio 88)
Diputada Agustina Donnet (Igualdad)
Diputada Lucila De Ponti (Movimiento Evita)

Macarena Sánchez
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