Fue mucho más que un partido. Un día inolvidable para la Selección Argentina y para lo que viene en la lucha por la igualdad, el reconocimiento y la profesionalización del fútbol de mujeres en nuestro país.

Por Ileana Manucci, desde París.

«Más allá del resultado deportivo, no podemos retroceder. Este mundial es el mundial de las reivindicaciones y de los derechos de las mujeres», nos decía en la previa, afuera del Parque de los Príncipes, Mónica Santino, una que de luchas sabe mucho.

Con el partido terminado y el resultado puesto, esas palabras, el «no podemos retroceder», suena todavía más fuerte. Argentina jugó hoy un partido que ya es histórico. Es su tercer mundial y por primera vez logra, no rescatar, sino ganar un punto. Las transmisiones de la televisión -toda una novedad también- lo decían claramente: «se festeja como un triunfo». Así fue.

Gran clima

Aunque el pronóstico anunciaba lluvia para la jornada en París y el cielo estuvo cubierto toda la mañana, luego del mediodía el sol alumbró, las nubes se volvieron blancas y el cielo celeste.

Faltaban casi dos horas para el comienzo del partido y en los alrededores del estadio ya había mucha gente. Argentinas/os, hinchas de Argentina y muchos franceses que aprovechan tener un Mundial en casa para ver el mejor fútbol de mujeres. Las familias de las jugadoras, argentinos que viven París y ciudadanos del mundo que tenían pintadas las banderas argentina y la japonesa por igual.

Entre el ir y venir de gente, medios y periodistas, un bullicio llegaba desde la puerta principal de acceso al estadio. «A Banini vas a ver, gambetear la Torre Eiffel. Yo te juro que pronto se va a caer», decía uno de los hits de la tarde. Ahí estaba Mónica Santino junto a un grupo de periodistas argentinas e hinchas que están también en Francia siguiendo a la Selección. Cancionero feminista y pañuelos verdes, una característica más que hace particular y especial este certamen. Es que el momento del fútbol de mujeres en Argentina es inseparable del momento del movimiento de mujeres en Argentina.

El derecho a jugar, a hacerlo en condiciones de igualdad, ocupando y disputando espacios históricamente negados a las mujeres, es una lucha que vienen dando muchas futbolistas desde hace décadas pero que en este último año ha encontrado eco y amplificación en el movimiento de mujeres.

El parque de las antiprincesas

El hogar del París Saint-Germain fue el escenario de este día histórico. El Parque de los Príncipes congregó hoy a 25 mil personas para el duelo entre Argentina y Japón.

La FIFA tomó nota del crecimiento sostenido del fútbol femenino en todo el mundo y decidió organizar este Mundial con todos los chiches, como hace siempre con el fútbol de varones: estadios de primer nivel, centro de prensa, información al instante, voces del estadio agitando al público, música. Impecable.

La composición de la hinchada en las tribunas fue ecléctica. Había argentinas/os y japonesas/es, pero sobre todo amantes del fútbol. Las gambetas de Banini, las atajadas de Correa y las jugadas rápidas de Japón, levantaban al público que gritaba y aplaudía sin distinción de equipos. También había abucheos ante cada entrada fuerte, sobre todo de las japonesas.

El fútbol que queremos

«Jugar en un campo así, en un Mundial, es el sueño de cualquier jugadora. Desde el minuto cero que llegamos acá se disfrutó», decía Agustina Barroso en diálogo con La Diez, luego del partido.

La Selección Argentina está disfrutando este Mundial más allá de lo deportivo, eso se ve y se siente. Más de la mitad de las jugadoras de este equipo juega en el fútbol argentino, es decir, no son profesionales. Todas ellas cuando se sacan la ropa de futbolistas, tienen sus horarios y trabajos de oficina, de comercio, consultorios y/o estudios en la universidad.

Hace dos años, además, le hicieron un paro a la AFA porque no les daban ni la hora. Estuvieron un año sin practicar ni jugar, cuando volvieron a hacerlo no les pagaron los viáticos ($150), practicaban en una cancha de césped sintético y durmieron en un colectivo en la previa de un partido en Uruguay.

Es clave recordar esto, de dónde venimos, dónde estamos y, sobre todo, hacia dónde vamos. Como decía Santino, no podemos retroceder. Talento y ovarios para jugar sobran, sino pregúntenle a Aldana Cometti que perdió un diente en el comienzo del partido. Este equipo está demostrando que con eso y un profundo amor al juego y a la camiseta, pueden dar mucho más. La AFA empezó a tomar nota de esto, pero es importante que, pasada la fiebre mundialista, mantengamos la atención y los ojos puestos en cómo sigue el desarrollo de la Selección, en todas en sus categorías, y de todo el fútbol local.

El fútbol de mujeres que queremos tiene que ser profesional, pero tiene que seguir siendo como el que vimos hoy: alegría por el juego, emoción hasta las lágrimas con el himno, cercanía con la gente. Ya lo dijo nuestra 10 y capitana al final del partido: «Supimos reflejar lo que es la mujer argentina. Pudimos reflejar esa lucha que está haciendo la mujer argentina por la igualdad». Ovarios y corazón, por un fútbol feminista, disidente y profesional.

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