El diario Página 12 publicó una entrevista con la periodista y locutora platense que fue contratada por Telemundo, la cadena de habla hispana de EE.UU. Y La Diez te invita a conocer a través del periodista Gustavo Veiga a la mujer argenta que analizará varios partidos en Rusia, como lo hizo por la TV pública y ahora en Relatores.
Viviana Vila transmite vitalidad, una convicción muy fuerte que se abre camino ante la adversidad. Periodista, locutora, docente en la Universidad de La Plata, como la nave de Fellini, va. Va al Mundial de Rusia, pero también más allá. Será la primera mujer que comentará una Copa. Un indicativo de que el fútbol atrasa en cuestiones de género, como la propia FIFA o la AFA. Ella está feliz porque la llamaron de Telemundo por sorpresa. Analizará los partidos junto a colegas hombres. Repetirá ese rol que perdió en la TV pública cuando la despidieron, pero que sigue haciendo en Relatores, la plataforma multimedia que intenta romper el cerco mediático que impusieron Fox, Turner y Torneos y Competencias cuando se quedaron con los derechos y la producción de la Superliga.
–¿Cómo surgió la posibilidad de ir a comentar el Mundial de Rusia para la cadena Telemundo?
–Muy sorpresivamente. En octubre del 2017 me mandaron un wathsapp, me llamaron por teléfono. Uno de los directores se presentó y me dijo que tenía conocimiento del trabajo que yo hacía. Me contó qué era Telemundo, que es una cadena que va para tantos millones de latinos en Estados Unidos. Me invitó si quería ir a Miami para que me conocieran otros directivos y a mostrarles lo que yo sabía hacer para que comente los partidos y ver cómo me expresaba. Esa fue toda la consigna. Fui y volví. Pasó el verano y me pidieron que fuera el último fin de semana de febrero para hacer otro comentario de Manchester City-Chelsea, para verme de nuevo. Viajé un viernes y volví un lunes para hacer el partido un domingo a la mañana. Me dijeron que querían dar un paso revolucionario contratando a una mujer –palabra que me gusta mucho– para comentar un Mundial y yo me dije; ¡guau! Encima nunca había ido a un Mundial.
–¿Por qué considera que la contrataron?
–Hay mujeres excelentes en esto. El tema es que los varones no nos dan la posibilidad de aparecer. Yo era la única que comentaba en la TV pública, me echaron y no me reemplazaron. Nos costó asomar la nariz y dar un pasito. En Telemundo les pareció seductor, llamativo, interesante, usaron varios adjetivos. No fue un casting, no había otra chica conmigo. Querían corroborar si yo podía dar ese otro paso al lado de un relator.
–Cuando dice que los hombres no le dan lugar, ¿se refiere a los dueños de los medios o a sus colegas, que no ven con buenos ojos que una mujer comente o relate?
–(Piensa)… En ese orden, las dos cosas. Primero, el que decide sigue siendo un varón. El que define si habla bien o puede comentar una mujer, es un hombre, pero si un hombre hace una barrabasada o no, no se lo juzga ni se lo mira con la misma lupa. Y yo sé que voy a Rusia desde ese lado también.
–¿No le queda la sensación de que tiene mucho más para ganar que para perder?
–Estoy en proceso de metabolizar todo eso y de transformar este desafío y la necesidad de devolver las expectativas que pusieron en mí. Vivirlo desde la alegría, desde ese acto revolucionario que sé que lo es, desde las ganas de sumarme a este proyecto, de conocer de adentro cómo se trabaja en un Mundial, de un buen premio para tantos años de trabajo ininterrumpido. Son treinta.
–Cuando se enteraron de su contratación, ¿qué devolución tuvo de hombres y mujeres?
–El primero y más grosso fue mi hijo Valentino, que tiene 13 años. Fue quien me ayudó a decidirme a ir al Mundial. El vivió al lado mío años de mucho maltrato. Tiene las cuestiones de género muy arraigadas, porque estuvo con una mamá que soportó mucha agresión de gente conocida, no conocida, de colegas… amén de todas las redes. Valentino me dijo dos cosas que me decidieron. La primera fue cuando le pregunté: ¿qué hago con esto? Y me dijo: vos lo merecés más que nadie. Tenés que ir si vas a disfrutar, si vas a sufrir no, quedate en La Plata. Contundente. La segunda cosa que me decidió es que se está cumpliendo un año de la muerte de mi papá, que sufro y me cuesta asumir y que fue el compañero de todas mis horas de radio y de todas mis horas de tele y de cuánta cosa yo hice. Y él estaría muy feliz de que yo vaya.
–¿Qué partidos cubrirá del Mundial por Telemundo?
–No tengo la lista firme, y sí una aproximación. No voy a comentar partidos de Argentina, pero si todos los de su grupo. También Alemania, Corea, Japón, Egipto, Suecia, de todo, muchos partidos.
–¿Alcanza su estado de nirvana cuando comenta un partido?
–No, yo me siento inmensamente feliz, que la panza está contenta, cuando lo que hago lo hago muy bien. Cuando me va bien en la Facultad, cuando estoy presentando algo, cuando comento una jugada bien, cuando estoy en un programa de radio. Soy muy feliz en la radio y en la misma proporción me angustio cuando me sale mal.
–¿Es perfeccionista?
–Sí, muy autoexigente. Trato de corregirme, de preguntar a quién yo pueda tener cerca y a quién considere que está en condiciones de opinar. Quiero tratar de ser la mejor versión de mi misma todos los días un poquito más. Ahora estoy un poco más relajada y cuando estaba así me dieron la posibilidad de ir a un Mundial. No me puedo relajar (se ríe). No era el momento para relajarme.
–¿Le interesa analizar el fútbol más allá del juego, del entorno que lo bordea?
–Yo soy la suma de un montón de cosas que me rodean y mi vida por suerte es mucho más que una pelota. Ni hablar… No me gustaría reducir mi cerebro a eso y nada más. El fútbol es un juego maravilloso, precioso, lo disfruto. Punto. Nada más. A mí me preocupan otras cosas. Como dice la frase: el fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes.
–¿Cómo describiría ese mundo del fútbol dominado por hombres?
–Me muevo muy cómoda hace tantísimos años y tengo el privilegio de caminar con gente que le gusta recorrer senderos parecidos a los míos. Creo que no me sentiría a gusto trabajando con gente con la que no tengo nada que ver, la que no comulgo.
–¿Cuáles son sus influencias o referentes? ¿Quién la representa más en este oficio?
–Víctor Hugo. Es Diego Maradona. La ve diez segundos antes, además del talento descomunal que tiene. Es un caballero muy generoso, que siempre ha sido un dador de oportunidades a gente como yo y muy respetuoso del lugar que me ha dado. Muy buen compañero al aire y afuera del aire. Por eso soy una privilegiada. Soy una agradecida por haber compartido 19 años con él. La lista sería larga, pero Alejandro Apo, entre los comentaristas, siempre ha estado codo a codo conmigo.
–Nómbreme una colega con la que se sienta identificada.
–Angela Lerena, sin lugar a dudas. Me parece una mente brillante, una gran mujer por su talento, por su inteligencia, por su capacidad de trabajo, porque las dos somos mamás y desde chicas salimos a la calle poniendo el cuerpo. Angela resume lo que creo. Te puedo nombrar el incansable trabajo de Vero Brunatti, a Claudia Villapun, que trabajó en Olé mucho tiempo y un día dijo basta; Luciana Rubinska, muy talentosa, muy linda mujer y muy laburante.
–¿Cómo describiría al machismo en la actividad donde usted se desempeña?
–Es una construcción de la que hacen gala los machos, transmitida de generación en generación, con la que salen a la cancha los varones. Son muy pocos los que se han despegado de verdad. Una gran cantidad, para no quedar envueltos en el macho represor, o en el macho desubicado, dicen aceptarnos y yo estoy convencida de que no, que no nos aceptan. El machismo genera desigualdad, aumenta la fisura, la grieta, oprime, desalienta, maltrata, agobia, te quita oportunidades, te ningunea. El machismo es un mal que está instalado desde siempre y que cuesta y nos va costar mucho a las mujeres batallar.
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