Las redes sociales del fútbol 5

Foto: Martas Fútbol Feminista.
   

Baúl de Messis y Solo Reemplazos: dos grupos de whatsapp para que nadie se quede sin jugar.

Por Gastón Chansard

Soy santafesino, nací en una clínica que no existe más, en la esquina de Marcial Candioti y Balcarce. Por el trabajo de mi padre, por los recaudos de mi madre, empecé a conocer mi ciudad desde dos barrios: Los Hornos y Sargento Cabral. En la zona que convive con avenida Facundo Zuviría vivían mis abuelos, mis tíos y mis primos más queridos y en Sargento Cabral, mis viejos.

Mi relación inmortal con la pelota nació en Los Hornos, el barrio que apenas tenía una plaza, Islas Malvinas, en San Lorenzo y Llerena, pero había algunos buenos baldíos y descampados que le servían a la pibada para reunirse a jugar a la pelota. Muy pocos decían “vamos a jugar al fútbol”, jugar al fútbol era otra cosa, que ahora no viene al caso describir. Entre los descampados había uno que era el más grande del barrio, tenía una característica muy particular: la cava. La vieja cava de Los Hornos, un basural a cielo abierto que años más tarde algún intendente decidió rellenar. Buena parte de aquellos días ochentosos transitaron a escasos metros de un lugar nauseabundo, sobre todo los días de viento. Pero cuando era chico jamás hubiese utilizado una palabra descalificadora para la cava, para mí ese lugar que estaba pegado a la cava era sagrado, la esquina de Derqui y Saavedra era el ingreso a un túnel imaginario que me depositaba en un estadio sin arcos, sin tribunas, sin césped bien cortado, sin vestuarios, sin público, sin árbitros, sin camisetas y a veces hasta sin pelota. Había que juntarse en algún lugar del gran descampado hasta que llegase alguien con el bolo en la mano.

En ese punto geográfico de la ciudad de Santa Fe muchos pibes de clase media tirando para abajo, y otros de la villa para el lado de Peñaloza, pasaron cientos de tardes felices. El fútbol y esa capacidad de unión consolidan el siempre vanagloriado “lugar en el mundo”, el barrio, las costumbres y hasta forjaban la identidad del sujeto.

La historia de los lugares de encuentro alrededor de una pelota se puede sintetizar en una de las dos grandes pasiones de Santa Fe, el Club Atlético Colón. La historia de los sabaleros cuenta: “Ese 5 de mayo de 1905, se bautiza un club que había nacido hacía ya tiempo, años atrás, sellando la férrea amistad de un grupo de amigos. Se podrá decir que un origen tan íntimo y familiar no dejó testimonios escritos, pero sí dejó antecedentes en cada uno de los corazones de los hinchas sabaleros que hoy se multiplican por miles. A partir de ese entonces, el club toma forma en las tardes de fútbol en “el campito”, como lo había sido siempre, y en las reuniones en la casa de alguno que amablemente hacía funcionar su hogar como sede de la flamante institución”.

Desde la llegada del fútbol a nuestro país los descampados y los terrenos pegados a las vías fueron epicentro de un grupo de chicos y muchachos que soñaron con jugar en un gran estadio. Con el correr del tiempo las plazas aportaron lo suyo en las grandes ciudades, y obviamente cada club de barrio supo acobijar a muchos que se tomaban al fútbol como algo serio y a otros que rebotaban de las mejores instituciones.

El reemplazo del campito

Hay un quiebre histórico en esos inolvidables puntos de encuentro llamados campitos, baldíos o plazas. El quiebre tiene nombre y apellido: fútbol 5. El desembarco en los 90 de estos nuevos reductos para juntarse a jugar a la pelota cambió las formas y costumbres para millones de personas. El campito fue reemplazado por el fútbol 5, pero con enormes diferencias. En estos nuevos emprendimientos privados hay que pagar para jugar, hay arcos con redes, alambrados, un horario a respetar, pelota y jugadores previamente avisados del acontecimiento. En este último punto radica el núcleo del fútbol, porque sin jugadores no hay juego, no hay entretenimiento, no hay jugadas polémicas, no hay goles memorables (aunque sea para ser comentados en el porrón posterior), no hay patadas eludibles, ni arqueros inservibles.

Y en el juntado de los diez que hacen posible el encuentro muchas veces está el problema. Los grupos de amigos, los del barrio, los de estudio de la escuela o la facultad, los del trabajo, cualquiera de ellos sirven para armar el fútbol 5. Al principio la invitación era cara a cara, más algún llamado por teléfono a modo de recordatorio para “los colgados de siempre”. Luego, con la llegada de los celulares con mensajes circulaban los mensajes de texto masivos, donde se mandaba la invitación generalizada. Hasta que un día apareció Whatsapp. Llegaron los cruces de mensajes sin parar (porque son gratis), los audios y los grupos de whatsapp con los integrantes de “ese turno de fútbol 5”.

Más allá del avance tecnológico, el llegar a los diez jugadores sigue siendo uno de los principales problemas. Pero un día llegó un muchacho al que se le prendió la lamparita y creó una especie de enorme banco de suplentes dispuesto a entrar de titular en cualquier equipo, en cualquier momento y en el cualquier lugar. A principios de 2016 Emanuel Solari organizó un enorme grupo de whatsapp que se llama Baúl de Messis.

Solari es un muchacho de Ceres que llegó a Santa Fe para estudiar, como miles de jóvenes él también comenzó a jugar al fútbol 5, lo empezó a organizar con sus amigos, y un día llegó a ser tan original como servicial. “El Baúl de Messis es un grupo de whatsapp que surgió por unos amigos que nos juntábamos a jugar al fútbol 5, y por ese motivo armamos el grupo para organizar cada partido. Con el tiempo fuimos agregando otros amigos y conocidos porque se complicaba armar los equipos, y así se fue sumando gente, hasta que un día se me ocurrió ponerlos a todos como administrador y cada uno de los integrantes podía agregar a otras personas”. En este contexto bien vale decir que se hizo una gran pelota, “tomó mucha difusión porque cada uno agregaba a un conocido y ese conocido a otro y a otro”, cuenta Emanuel. Teniendo en cuenta la cantidad de integrantes, el creador del grupo junto a otros amigos estableció algunas reglas “para que no se publicaran cosas que no tengan nada que ver con el armado del fútbol 5”.

El objetivo de Baúl de Messis es claro: se propone brindar un servicio al que quiere jugar y a los que están armando el partido. En el grupo se repiten frases como: “Hola necesito 2 jugadores para hoy”, y la oración continúa con el horario y la cancha para jugar. Y también aparece en cada teléfono celular: “Estoy disponible para esta noche”. Así es como se armó una gran bolsa que se divide entre los que organizan partidos y buscan esos dos o tres jugadores que a veces faltan, y los que tienen ganas de jugar pero no tienen el partido para calmar su deseo futbolero.

El grupo original de amigos (jugaban en canchas del barrio Sur) se armó el 16 de julio de 2014, pero “todo cambió cuando un día me encontré que éramos como 50, ahí apareció la idea de que todos sean administradores para seguir agregando interesados, eso fue a principios de 2016”. Y también cambió el nombre del grupo, del Fútbol de los miércoles a Baúl de Messis, otra creación de Emanuel Solari: “Es un nombre irónico, porque ninguno es Messi y además uno puede sacar cualquier cosa de un baúl, algo que te puede sorprender, como no”.

Centenares de Messis

La masividad del grupo y el servicio que presta tiene un límite, ese límite está impuesto por la tecnología, ya que whatsapp permite un máximo de 256 integrantes. “Hoy hay 246 en el grupo, suben y bajan cada dos o tres días”, dijo Emanuel al observar el número que le brindaba su teléfono.

—¿Sos consciente que creaste una red social del fútbol 5 de Santa Fe como prestador de servicio?

—Nunca lo pensé como red social, pero a partir de esta consulta puedo decir que se transformó en una red social. Al principio, cuando los había puesto como administradores a todos, nadie agregaba demasiada gente, uno o dos cada uno, yo les insistía a mis amigos que agreguen al grupo, tal es así que el grupo estuvo estancado mucho tiempo y por eso no tenía tanta funcionalidad, porque casi todos los contactos eran conocidos y ya sabíamos quienes podían en tales horarios y días. Y de un momento a otro empezaron a sumar más y más, pasamos de tener 70 a 150 integrantes, hasta llegar a estos 246.

—¿Sigue siendo tu grupo de fútbol de whatsapp?

—Ya no lo tomo al grupo como que es mío, al poner a todos como administradores y delegar ese poder, ya pasó a ser de todos. Es más, intervengo muy poco, sólo recuerdo las reglas del grupo, pero hay otros que también las replican. Y si alguien no las cumple ya no soy yo el que los elimina, sino cualquiera de los otros integrantes. Es bastante democrático, todos tienen el poder de hacer lo que está permitido en el grupo.

Con reglas

La dinámica del grupo se rige por reglas que son muy claras: “Lo único que se puede publicar cuando estas organizando un fútbol es ‘faltan tantos jugadores para tal cancha’, día y horario. Otra regla es para los que tienen ganas de jugar: tienen que decir cuándo, dónde y en qué horario pueden jugar. Otro tipo de publicaciones está prohibido, si una persona reitera una publicación que no tiene relación con el objetivo del grupo se la elimina. A veces se debate si se los elimina o no, porque fue una simple equivocación del que publicó, por lo tanto se los ‘perdona’. Las publicaciones de compra y venta son las más rechazadas”.

El reemplazo de las chicas

El crecimiento del fútbol entre las mujeres es un tema que Pausa sigue de cerca a través de varios enfoques. Por nuestra histórica cultura machista, los baldíos, campitos y plazas sólo eran habitados por los varoncitos que soñaban con ser futbolistas de Primera División. Por lo tanto, ver un grupo de nenas jugando un picadito en el campito no existía, ni siquiera en textos futuristas. Pero en estos últimos años las mujeres salieron a las canchas y los pedidos de turno de fútbol 5 se multiplicaron en todos los rincones del país. Santa Fe no fue la excepción.

Así como descubrimos que los chicos tienen un Baúl de Messis, también hallamos que las chicas tienen un grupo con similares objetivos que se llama Solo Reemplazos F5.

Dialogamos con Victoria Govea, una de las creadoras del grupo de whatsapp de reemplazos, que además es integrante de Las Martas (ver al final). “Empezamos a jugar en 2014 y lo primero que tuvimos es un grupo en Facebook, en ese lugar nos anotábamos para llegar a las 10 chicas. Después, cuando todas tuvimos whatsapp armamos un grupo del día que jugábamos”, señaló. “Luego se replicaron los grupos porque se multiplicaron los partidos con chicas diferentes y en otras canchas, pero muchas nos cruzábamos en los grupos de whatsapp. Cuando no llegábamos a armar un partido en un grupo salíamos a buscar en otro, fue por ese motivo que a mitad de este año las chicas de Las Martas decidieron armar un grupo que sea sólo de reemplazos”.

Así fue como empezaron las mujeres santafesinas “a invitar a todas las pibas para que se sumen en el grupo de Solo Reemplazos F5, donde todas somos administradoras y que cada una suma a las que quieran jugar”.

Cuando Victoria explicó el espíritu del grupo, afirmó que “es muy específico, es para convocar al juego y la verdad que funciona muy bien, actualmente hay 120 chicas. Obviamente que no nos conocemos todas, pero con este grupo logramos que los partidos nunca se caigan, si faltan 3 o 4 el día del partido, quedate tranquila que siempre terminan apareciendo para completar las 10”.

El fútbol, como siempre lo hizo, atraviesa todo lo que se propone. Esta vez descubrimos que en su aspecto más lúdico y social es capaz de encender la imaginación de varones y mujeres para convocar a amigos y desconocidos desde una herramienta tecnológica que cuenta con la solidaridad de los que quieren jugar, los iguala en oportunidades y los alinea en el poder. “Todos somos administradores”, alzan la voz los pibes y las pibas.

¿Quiénes son Las Martas?

Una de las columnas (casi fundacional) que tiene el fútbol 5 de las mujeres en Santa Fe se llama Las Martas. Ellas formaron un colectivo diverso de mujeres feministas que juegan al fútbol. “Por un tiempo fuimos sólo un grupo de mujeres que jugaba al fútbol, pero hoy nos estamos organizando, como tantas otras, como feministas. Nos urge pensarnos como mujeres en este mundo patriarcal, porque queremos seguir estando adentro de la cancha, porque no queremos que nos digan cómo nos vemos jugando al fútbol, ni que mejor juguemos a otra cosa. El espacio de juego entre nosotras es un arma política. No somos mantequitas dóciles, competimos, transpiramos, cabeceamos y nos empujamos entre todas para jugar mejor. Queremos disputar estereotipos y hacer estallar todo aquello que nos intente encasillar. Queremos ser libres, queremos jugar al fútbol”.

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